Cada mes de Diciembre y como preludio a la Navidad realizamos la subida al pico Urbión y ponemos en escena el Belén Viviente, que año tras año causa una notable expectación. El pasado Domingo cumplimos con ese cometido, sin sufrir literalmente contratiempo alguno y con la meteorología de nuestra parte. El secretario Jarri preparó y llevó hasta la cima un exclusivo Belén en miniatura, hubo encuentro con viejos compañeros de aventuras y alguna "cara" famosa a la hora de la representación.
Como cada año por estas fechas, tocó la ascensión al Urbión sazonada con representación. Siempre el último Domingo antes de la Navidad, y siempre con nuestra característica actuación armando el Belén Viviente, con el compañero Tachen haciendo de niño Jesús (tiene contrato para muchos años, su claúsula de rescisión es muy elevada), y con gran éxito de público y crítica.
En esta ocasión repetimos la misma ruta de 2013, deplazándonos hasta Duruelo y de allí a la pista que lleva al paraje de Castroviejo, tomando dirección Este hacia el refugio de la Fuente del Berro y el Bunker, y remontando más arriba el Padre Duero hasta su nacimiento. Desde allí, otra ligera subida hasta la plataforma en la base del pico y una última trepada hasta hacer cima. Este año encontramos menos nieve que el año anterior, aunque esto no nos disuadió de usar los camprones, en especial en la última subida entre las rocas, donde suele aparecer el hielo.
25 de Sanbur fuimos esta vez a la aventura, con madrugón obligatorio (salimos a las 7 de la mañana). Viejos compañeros se dieron cita después de una larga ausencia (el bueno de Ramiro, que hacía mucho que no se juntaba con Sanbur). Y si en 2013 el buen tiempo nos acompañó durante la ruta, este año ha sido si cabe mejor. Aparte de la niebla de primera hora en el viaje a Duruelo, disfrutamos de un sol radiante durante la subida y el descenso, sin viento helador que nos incomodara, y con la niebla que cubría gran parte de la provincia en el horizonte. Mar de nubes. Por encima de la hipotética bahía destacaban las cumbres del Sistema Central e Ibérico...las cimas de la sierra de Cabrejas parecían barcazas en la ensenada. La precisa metáfora es del capitán Vidal.
En la cumbre del pico (10:55h) y los alrededores coincidimos con una multitud de montañeros, como es habitual en esta ascensión pre-navideña. Aunque encontramos menos aglomeración que de costumbre en el roquedal de la cima, pues llegamos a una hora algo temprana. Qué diferencia con el año anterior, donde casi había que pedir la vez para pisar la cumbre del Urbión; somos muchos los queremos estar ahí en estas fechas señaladas. También en esto los hados estuvieron de nuestra parte, pues no sufrimos retrasos inesperados, lo que nos permitió hacer una ascensión rápida (que no con prisas, desaconsejables siempre en la montaña).
A la bajada del pico pudimos almorzar tranquilamente (11:30h), y con tiempo de sobra prepararnos para nuestra función, con algún ligero cambio de papeles respecto a años anteriores debido a algunas ausencias. Montamos al Belén junto a la cruz al lado de la gran roca horadada (11:50h), aquella que tiene una gran oquedad en su base, donde enseguida se apelotonó la gente para vernos agasajar al niño Jesús. Una cara de sobra conocida, pues ha sido noticia últimamente por su relación con determinados círculos políticos y empresariales, se coló de repente en la representación (se ve ahí en la foto adjunta) para sorpresa y jolgorio de los presentes. Hay que decir que nuestra puesta en escena tuvo reflejo en los diarios locales al día siguiente, todos los años ponemos la nota de color.
Y tras nuestra obra navideña iniciamos el descenso satisfechos, buscando de nuevo el curso del Padre Duero, camino de Duruelo. Justo a la salida, nos reencontramos con nuestros viejos amigos del club montañero Kantueso, que tampoco perdonan ningún año la ascensión al Urbión. Con ellos subía nuestro compañero de aventuras Jose María Villares, al que no veíamos desde hacía largo tiempo, y a quién saludamos con gran alegría y efusión, recordando nuestras batallitas montañeras.
Nuestro secretario Jarri elaboró para la ocasión (como cada año, y cada vez lo hace mejor) un Belén en miniatura utilizando corchos de botellas de vino. Eran de vino Rudeles en concreto, y los transformó en cada uno de los personajes propios del Belén, sin olvidarse ni uno. No somos "responsables" de vaciar las botellas de las que salieron los corchos, al menos no todas. Montó el invento sobre una plataforma que llevó consigo durante todo el día, haciendo cumbre con la carga y bajándola luego. Se llevó casi todas las fotografías, junto con el de la "careta".
Y una caminata como esta requiere de un buen esfuerzo y debe acabar de forma merecida, así que merecidamente... terminamos el día comiendo en el restaurante Torreblanca de Duruelo. Recuperamos las calorías perdidas (y alguna más) dando cuenta de un sustancioso cocido. Y de Duruelo bajamos de nuevo a la niebla, de vuelta otra vez a San Esteban. El año que viene volveremos, con tantas ganas o más, por supuesto.
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