martes, 24 de diciembre de 2019

Tradicional Subida al Urbión 2019

21 de diciembre de 2019

¡Primer año sin representar nuestro Belén Viviente! Por primera vez -desde que existen crónicas- el grupo montañero Sanbur no ha tenido oportunidad de representar su tradicional Belén Viviente. Además es la segunda vez que no logramos completar la también tradicional subida al Urbión (la anterior se remonta al año 2011). Y todo ello culpa de Fabien y Elsa, los temporales que han azotado a la Península Ibérica estos días de atrás y que han convertido la montaña (la sierra de Urbión en nuestro caso) en territorio hostil. Por si fuera poco por primera vez subimos sin nuestro capitán, que debido a una inoportuna lesión lleva un tiempo en el dique seco. Un año, desde luego, con la suerte en contra.

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Decía el maestro Yoda aquello de "hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes". Las previsiones del tiempo pintaban bastos y el día se presentaba sombrío, lo que no echó atrás a los 9 sanbures dispuestos ese sábado a conquistar, como tantas veces, el pico Urbión. Por desgracia las condiciones meteorológicas se tornaron tan adversas que nada pudimos hacer, a la lluvia constante durante todo el día se unió el viento intenso y gélido en las zonas altas y expuestas.

Comenzamos monte arriba desde el aparcamiento del búnker, remontando la bien conocida senda entre pinos convertida ahora en un pequeño riachuelo. Algunos ya empiezan a sentir las botas calar por dentro, haciendo la experiencia más penosa. Inevitablemente se nos viene a la memoria nuestra aventura por el pico San Millán en Burgos, allá por el mes de abril, cuando sufrimos los rigores de otro temporal de frío y nieve. Parece que este año los vamos coleccionando. El viento esta vez no nos parece tan salvaje, pero la sensación de humedad es mucho mayor.

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Al salir del bosque de pinos quedamos expuestos al fuerte viento y lluvia racheados. En nuestra ascensión nos desviamos ligeramente de la ruta acercándonos a la cuenca del Duero: el río nace unos cientos de metros más arriba y aquí ya es una imponente corriente de agua que se precipita salvaje brincando entre las rocas. Llegamos al nacimiento y es cuando conocemos el verdadero temporal, pues el viento arrecia ahora con verdadera violencia. La mayoría hemos subido con los típicos ponchos de plástico que aquí apenas nos sirven de algo contra la lluvia. Más bien al contrario, por culpa del aire acaban completamente descolocados y nos provocan inoportunos desequilibrios. No es una prenda muy adecuada para la montaña y menos en estas condiciones. Por unanimidad decidimos darnos la vuelta, pues damos por seguro que arriba en el collado las condiciones son imposibles y no estamos dispuestos a pasar más calamidades.

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La bajada es rápida y ciertamente penosa. Nos movemos lo más rápido que nos permiten las piernas, entre riachuelos y zonas encharcadas, ya del todo calados y ateridos de frío. Nos alcanza un grupito de montañeros de Duruelo que han salido algo antes que nosotros y sí han logrado coronar, con esfuerzo, justo antes de lo peor del temporal. Al pasar junto al búnker sopesamos resguardarnos un rato en su interior esperando hasta que la lluvia nos de un respiro. Pero enseguida desechamos la idea ya estamos muy cerca del parking. Son poco más de las 11 ya estamos de vuelta en el bus. Rápidamente nos cambiamos con alivio la ropa mojada y reponemos fuerzas con un almuerzo rápido intentando entrar algo en calor. Y de ahí ponemos rumbo de nuevo hacia Duruelo, cabizbajos y con el cuerpo aún destemplado. En cada curva de la carretera observamos con asombro la fuerza con la que baja el agua, en imparables torrentes, por los barrancos hacia el valle del Duero, desbordando incluso los propios puentes.

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Y ya en el pueblo y con media mañana por delante, nos permitimos relajarnos en un largo vermú haciendo tiempo hasta la hora de comer. Como es costumbre acabamos -ya por sexta vez en Navidad- en el restaurante Torreblanca, donde nos está esperando un nutritivo cocido sobre el cual nos abalanzamos con ansia.

Y hasta aquí llega el relato de la subida navideña al Urbión 2019, probablemente la más accidentada de nuestra pequeña historia montañera. Volveremos el año que viene por estas fechas, esperemos que con mejores condiciones, y seguro con fuerzas renovadas, y con Ana y Vidal al frente del grupo.

¡El club montañero Sanbur os desea Felices Pascuas y los mejores deseos para el año 2020! Hasta la próxima.