domingo, 31 de diciembre de 2017

La senda del Ucero

Pasear con SanBur quiero,
por la senda del Ucero,

Toca hoy recorrer el Ucero, ese río provincial que no se sabe a ciencia cierta si nace en la “Fuente de la Galiana”, o si por el contrario resulta que “La Galiana” roba allí el nombre al río Lobos; ese otro río burgalés que deja en Soria un espectacular cañón, al final del cual decide desaparecer para dar protagonismo al Ucero. Son cosas de las aguas, a veces subterráneas, y que con los manaderos, fuentes, acuíferos, infiltraciones y veneros, consiguen despistarnos, hasta que con los nenúfares del manantial decidimos llamarle definitivamente Ucero.

Hoy andamos en la lindes de nuestros vecinos del norte, los de Burgos, quienes nos dieron allá por finales del siglo XIX, unos cuantos de los kilómetros cuadrados que los sorianos habíamos perdido por el sur.

Quizá convenga recordar que Javier de Burgos, quien por cierto era de Granada, fue el Secretario de Estado de Fomento que estableció, en el año de 1.833, la división territorial por provincias (incluso regiones, países o nacionalidades que diríamos ahora) que, casi sin alteración, seguimos conociendo hoy en día –todavía-.

Así que no es de extrañar, que en Quintanar de la Sierra, lugar donde mi familia ha decidido celebrar este año las festividades del Nacimiento del Sol Invicto, esa festividad romana y pagana que conmemoraba el final del solsticio de invierno, y de la que los cristianos se apropiaron llamándola Navidad; incluso inventándose para ello la fecha del nacimiento de Jesucristo; no es de extrañar, decía, encontrarse con el apellido Ucero como uno de los habituales entre los habitantes de Quintanar.

Sea como fuere, y al margen de los avatares administrativos y religiosos, nos encontraremos en tierras de un cierto hechizo provocado por la propia geografía templaria, con su defendida equidistancia de los cabos de Creus y Finisterre, por el propio río Ucero y los intereses esotéricos y telúricos que despiertan estos parajes, de belleza indiscutible.

Así que tratemos de disfrutarlos, e imaginemos a los celtíberos de Uxama en sus disquisiciones e invenciones para procurarse las valiosas aguas del Ucero, incluso posteriormente a los romanos con su tecnología, materializada en acueductos y cisternas que desde la Cueva de la Zorra atravesaban los 20 kilómetros que separan La Galiana de Uxama, antes de que los cristianos, con el francés san Pedro de Osma, ocupase, por orden de Alfonso VI estas tierras reconquistadas en los siglos XI ó XII.

Vamos pues al asentamiento arévaco de Uxama Argaela, la ciudad celtíbero romana, en la calzada que unía Zaragoza con Astorga, unida también a esa maravilla provincial que es Tiermes. Allí en el Hotel Río Ucero comenzamos la jornada.

Sirva también para que recordemos a Quinto Sertorio, de humilde familia republicana, defensor de la guerra social, y que, junto con Tiermes, Clunia y Calagurris se viese obligado a ceder Uxama al rico y noble Cneo Pompeyo, el grande, quien con dicha victoria en el 72 aC dejó estas tierras en las manos de los conservadores que todavía representan lo más conservador de esta conservadora Hispania.

En la estación de autobuses de San Esteban, a pesar de que el día amanece gris, encapotado y oscuro, nos congregamos 25 caminantes dispuestos a encarar a los Santos Inocentes, esa otra celebración cristiana de dudosa asignación al 28 de diciembre, y que pretende conmemorar la matanza de todos los niños menores de dos años ordenada por Herodes para intentar deshacerse así de Jesús de Nazaret.

Enseguida llegamos al Hotel Río Ucero, punto de encuentro con los sanbures de El Burgo. Solamente ha hecho presencia el puntual Evaristo, y el resto van apareciendo tan poco a poco que nos animan a emprender la jornada sin ellos. Comenzamos siguiendo el curso del Ucero, aguas arriba, por el camino recientemente inaugurado por las autoridades locales. Mientras, los cielos escupen una llovizna constante, machacona e inmisericorde que acabará calándonos por completo.

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Pero nuestra decisión es firme y nuestra intención irrevocable, así que, tras pasar por debajo de la autovía o circunvalación de El Burgo, seguimos por la margen derecha del Ucero hasta llegar a la altura de Barcebalejo, momento en el cual atravesamos el río para continuar, esta vez por la izquierda hasta alcanzar las tierras de Valdelubiel, donde cambiando otra vez de mano, volvemos a la margen derecha del río.

Allí, en un tramo donde se estanca el agua del Ucero, contemplamos algunos ejemplares de lentejas de agua. Se diferencian de los berros, en que éstos requieren agua en movimiento, y en cualquier caso nos avisan de la calidad del agua en la que aparecen.

En éstas seguimos bajo el ensañamiento de los meones dioses de hoy, hasta que por fin, entramos en Sotos del Burgo. Buscamos el bar por si estuviese abierto; y para alegría de todos, allí esta Marimar, fregona en mano, dispuesta a recibirnos y alojarnos a cubierto y así poder dar cuenta del almuerzo que cada uno ha echado al macuto.

Para compensar el desabrido día que nos acompaña, y mientras esperamos a la docena de sanbures de El Burgo, que han atrochado para alcanzarnos en este punto de avituallamiento, Marimar nos va procurando cervezas, vinos, y hasta cafés y carajillos.

El día no está para deleites reposados, pero hay que retomar la marcha, tras el tentempié. Continuamos hacia Valdelinares. El paseo, fácil, se hace un tanto cansino por el plúmbeo e incesante goteo, aunque ayuda la distendida charla de cómo han talado a matarrasa los chopos de la vega del Ucero; y nos consolamos pensando que la caminata en verano, sin una sombra, puede ser incluso peor que la de hoy.

Llegamos a la altura de Valdemaluque, que dejamos a la derecha, para proseguir hasta las afueras de Valdelinares, donde Jesús comenta que hay una casa rural de éxito. Sin entrar adentrarse en el pueblo nos dirigimos, por fin, a la estrella de la jornada: la Cueva de la Zorra. En la entrada de Ucero, en el camino que va a Nafría de Ucero, y que con algo más de 100 metros excavados en la roca constituyen el tramo más hermoso que se conserva del acueducto, que en época romana, llevó las aguas del Ucero a Uxama.

Allí, nos hacemos la foto de familia, y atravesamos en procesión dos mil años de historia con las antagónicas linternas de los móviles actuales, y que contrastan con los dos respiraderos verticales que nos encontramos a su paso. Experiencia única por infrecuente, pues a sabiendas de la existencia de este acueducto, muchos de los sanbures nunca la habían visitado.

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Y con estas remembranzas romanas, que nos hacen considerar lo poco que hemos avanzado en los últimos dos mil años, logramos el objetivo de la jornada: el bonito pueblo de Ucero al que llegamos con una hora de antelación, que algunos emplean en subir hasta el Castillo, otros en cambiarse la ropa mojada, y los más en dar cuenta de las merecidas cervezas de fin de etapa.

La comida en el Balcón de Ucero, abundante y generosa, acabó, a pesar del vino de La Mancha que nos sirvieron, y como no podía ser de otro modo, con cánticos navideños y no navideños que eclipsaron el local y al resto de comensales. ¡¡Templando y compensando el inhóspito día!!

Para entonces, ahora sí, había dejado completamente de lloviznar e incluso el sol de la atardecida nos escoltó durante el viaje de vuelta en el autobús, mientras hacíamos planes para las nuevas aventuras sanbures del nuevo 2018.

Eduardo Bas
28Dic2017

Y para empezar bien el año, el club SanBur ha programado una nueva y emocionante ruta: una marcha siguiendo las aguas y cañones del río Sequillo, desde Lodares de Osma hasta la Olmeda. Será el 20 de enero.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Belén Viviente 2017

23 de diciembre de 2017.

Según se acerca la Navidad retomamos la tradición -y ya van muchos años- de ascender al pico Urbión y representar el Belén Viviente, que es costumbre propia y original de nuestro grupo montañero. Todos los años el mismo guión, casi siempre los mismos actores pero en cada ocasión una diferente historia que contar, pues en la montaña siempre surgen cosas nuevas e inesperadas. Este año el protagonista principal ha sido el hielo, presente durante toda la jornada, que nos "obligó" a tomar especiales precauciones.

Madrugamos un poco más de lo normal, saliendo de San Esteban a las 7 de la mañana, pasando al poco por el Burgo a recoger a nuestro compañero Jesús y llegando a las 8:45h a la carretera de acceso al parking de la Laguna Negra. La nieve y sobre todo el hielo ya presentes en las primeras curvas de la carretera nos persuadieron a dejar el bus unos 3 kilómetros antes de lo previsto e iniciar la subida con mucho tiento, pues la carretera estaba cubierta por numerosas placas de hielo. Unas curvas más arriba nos reunimos con Eduardo, que intentó subir en coche hasta el primer parking de la Laguna y tuvo la mala fortuna de quedar atrapado en el hielo; para su desespero no le quedó otra que suspender la ascensión.

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Los demás continuamos carretera arriba hacia la Laguna Negra, que encontramos completamente helada como pocas veces hemos visto. Justo antes de la subida por el barranco que sube al mirador de la laguna nos "calzamos" los crampones, pues la situación así lo aconsejaba. El momento fue oportuno pues ya en ese tramo de subida encontramos de nuevo mucho hielo. Tras alcanzar el mirador nos dirigimos, como otras veces, hacia los Llanos de la Sierra en dirección noroeste. Almorzamos al llegar al pequeño alto antes de la Laguna Larga frentre del pico Zurraquín. Poco después salvamos un tramo corto algo complicado en fuerte pendiente lateral y otra vez con mucho hielo, justo antes de la laguna.

Tras pasar la Laguna Larga, origen del río Revinuesa, encaramos la exigente subida que queda antes de alcanzar peña Horadada y la cumbre del Urbión. En el collado observamos unas huellas peligrosamente pegadas a la arista de nieve, una zona muy expuesta. Quien anduvo por ahí se expuso de manera negligente a un riesgo innecesario.

Y como nota diferente a otras ediciones esta vez nos encontramos todo el Urbión para nosotros. La cumbre estaba casi desierta, al parecer la gente eligió subir al día siguiente, domingo de Nochebuena, o el fin de semana anterior. El excmo. sr. secretario de Sanbur siempre nos tiene preparada alguna sorpresa y este año se echó a sus espaldas -en un esfuerzo generoso- una botella de helio y unos globos que inflamos en la cumbre y soltamos todos a una. Un toque original para celebrar la llegada a cumbre y felicitar la navidad. Ya de nuevo en peña Horadada junto a la cruz representamos con no menos empeño e ilusión que ediciones anteriores nuestro particular Belén Viviente, esta vez -como hemos explicado antes- con escasísimo público.

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Y nos quedaba la bajada a Duruelo, como casi siempre tranquila y sin sobresaltos. Paramos primero -como es habitual- unos minutos en el nacimiento del padre Duero y luego cada cual continuó al ritmo que quiso. Nuestro transporte lo encontramos un poco más lejos de lo esperado, carretera abajo, nuevamente por culpa de las placas de hielo. Y por fín algo más tarde llegamos a Duruelo a disfrutar de una estupenda y merecida comida en el restaurante Torreblanca.

En resumen, 21 sanbureños recorrimos unos 14 km en casi 7 horas de ruta, que fue algo más exigente que otros años por el hielo y el extra de kilómetros por carretera.

Y tras este breve relato de una nueva subida navideña al Urbión, solo queda desear a los lectores unos felices días y buenas caminatas para todos en estas fechas navideñas!! Nosotros continuaremos el jueves 28 en la ruta de Navidad con la que despedimos el año, que esta vez nos llevará del Burgo de Osma a Ucero.

domingo, 3 de diciembre de 2017

XI Ovochorizada, en Piquera de San Esteban

Undécima (o décimo primera) Ovochorizada Piquera 2017. Ruta de naturaleza senderista, social y gastronómica, que este año nos llevó desde Torraño hasta Piquera de San Esteban siguiendo el curso del río Pedro. Y en Piquera terminamos para degustar como siempre unos sencillos y estupendos huevos con chorizo, como manda la tradición sanbureña.

26 de Noviembre de 2017

Primero, recapitulemos para recordar de dónde venimos:

  • 1ª Ovochorizada: Quintanilla de Tres Barrios en 2007,
  • 2ª Ovochorizada: Aldea de San Esteban en 2008,
  • 3ª Ovochorizada: Rejas de San Esteban en 2009,
  • 4ª Ovochorizada: Olmillos en 2010,
  • 5ª Ovochorizada: Villálvaro en 2011,
  • 6ª Ovochorizada: Morcuera en 2012,
  • 7ª Ovochorizada: Torraño en 2013,
  • 8ª Ovochorizada: Peñalba de San Esteban en 2014,
  • 9ª Ovochorizada: Soto de San Esteban en 2015,
  • 10ª Ovochorizada: Torremocha de Ayllón en 2016.

Y llegamos por fín a la Ovochorizada número 11, la de Piquera de San Esteban. LLevamos más de una década con el "invento" pero la cosa no acaba aquí por supuesto, pues el municipio de San Esteban tiene 18 pedanías y nos hemos propuesto visitarlas todas: en años venideros iremos a Atauta, Ines, Matanza de Soria, Pedraja de San Esteban, Quintanas Rubias de Arriba, Quintanas Rubias de Abajo y Velilla de San Esteban. La última etapa, que hará la número diecinueve, la dejamos para la "metrópoli" San Esteban de Gormaz.

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La ruta se suele programar justo tras la vendimia, pero este año se ha hecho de rogar un poco y nos hemos ido hasta finales de noviembre. Boréas, el dios griego del frío viento del Norte que trae el invierno, ha venido sin avisar robándonos el Otoño, como viene haciendo desde hace ya varios años. El domingo nos castigó con una intensa helada matutina que añadió alguna dificultad a la ruta, convirtiendo algunos tramos, sobre todo los de piedra, en algo peligroso por la presencia de hielo. Algunos sustos y caídas fueron inevitables, pero afortunademente la cosa no fue grave en ningún caso.

El día pues, comenzó con un frío intenso pero ocurrió que Helios, el dios del Sol, tomó el relevo del cruel Boréas y nos regaló un hermoso cielo soleado y sin nubes, con lo que bien entrada la mañana la temperatura era ya muy agradable. El resto de la jornada siguió despejada y sin apenas viento, un día espléndido para la práctica montañera, como nos gusta decir.

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Y en cuanto a la ruta, decir que fuimos cerca de 50 sanbureños y que pateamos unos buenos 16 kilómetros en aproximadamente 5 horas (contando paradas): tras unos cuatro kilómetros por pista desde Torraño, nos adentramos en la vega del río Pedro que seguimos hasta Piquera; cruzamos el Perico en 5 ocasiones, dos de ellas saltando entre las piedras colocadas al efecto (afortunadamente nadie se dió un baño indeseado). Comprobamos con alivio que, milagrosamente se podría decir, a pesar de la larga sequía que venimos sufriendo el río lleva en estas fechas algo de caudal. Subimos y bajamos los barrancos que iban surgiendo a nuestro paso y algún que otro repecho se hizo más duro de lo esperado. Ya en el último tramo de la ruta, nos recreamos un rato en el despoblado de Santui, elucubrando sobre su interesante y largo pasado y llegamos sin imprevistos a Piquera a eso de las 2 de la tarde.

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En el bar social Alberto nos sirvió con diligencia todas las cervezas que nuestros sufridos gaznates demandaban. La cuadrilla de cocineros, cocineras, pinches y ayudantes, con Elvira y Pili al mando de las operaciones, encomendándose a Hestia la diosa de la cocina y del fuego que da calor y vida a los hogares, frieron incontables huevos y chorizo con la maestría y rapidez acostumbradas; Los demás nos abandonamos a Dionisos, dios de la vendimia, el vino y el frenesí, y disfrutamos de las viandas como siempre. Nos tienen muy mal acostumbrados.

Y tras estos pocos apuntes y datos sobre la ruta, os dejo ahora con el relato que Eduardo ha tenido a bien prepararnos, esta vez un poco más breve por la falta de tiempo. A disfrutarlo.

XI Ovochorizada, en Piquera

El otoño, la mañana, el camino, la fuente...

Amanece un día de otoño, limpio, despejado, frío.

La estación de autobuses, punto de cita, es testigo de saludos, de encuentros y hasta de comunión senderista de quienes hacía tiempo, quizá demasiado, que no tenían la oportunidad de compartir esta su religión, por pasear nuestros campos; pero por fin, aquí estamos, un año más, tratando de descubrir nuevos aspectos del alfoz.

Y como el día, a estas primeras horas, no está para muchos miramientos, pues el termómetro marca números rojos, en cuanto llega el autobús subimos a él raudos y ansiosos por llegar hasta Torraño.

Desde la ventanilla comprobamos que el relente no ha acobardado a Rafa y su mujer para intentar recoger alguna seta; y es que ayer, después de un periodo más que prolongado de pertinaz sequía, cayeron, por fin, unos ocho litros al decir de algunos, y quizá con esa lluvia llegó la esperanza a estas tierras tan abatidas, últimamente, tanto por la climatología como por la administración.

Con los compañeros de El Burgo somos una cincuentena los que emprendemos esta undécima, ó décimo primera, -que en esto presidente y secretario no acaban de ponerse de acuerdo-, Ovochorizada.

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Alcanzamos Torraño, donde algunas casas están más que dignamente restauradas. Sin embargo, no encontramos ni un alma. ¿Quizás por lo temprano de la mañana?. Cabe la posibilidad de que no haya nadie, o casi nadie, que habite estos días en Torraño.

Ayer me comentaban sobre el tema de la despoblación: que en Aldea viven actualmente 3 matrimonios, 3 viudas y 2 solteros. El más jovenzuelo de todos ellos con 60 años. Me confirma Jesús que en Morcuera hay tan sólo 3 aborígenes pasando este noviembre. ¡¡La soledad de la comarca!!

Y, hoy, que supuestamente vamos a la vida del Pedro, antiguamente motivo del progreso de los molinos que fue sembrando a su paso, resuenan todavía más en mi cabeza, mis lecturas más recientes: “La España Vacía”, “Los últimos. Voces de la Laponia española”, “Palabras Mayores. Un viaje por la memoria rural”.

Comenzamos la andadura, a buena marcha para combatir el frío, siguiendo un camino que nos deja en manos del Pedro. Son 4 ó 5 kilómetros para entrar en calor, de charla más o menos distendida, hasta adentrarnos en el Perico.

Sorprendentemente viene con un buen caudal, y de hecho nos dificulta la marcha pues atravesarlo no es tarea liviana. El Pedro nos ha despertado. Y nos obliga a un subir y bajar de un barranco hasta el siguiente, y otro más, y otro… y aprovechando que el sol ya asoma, y al resguardo de una loma, aunque sea temprano, hacemos parada y almuerzo.

Lo cierto es que este solecillo otoñal de media mañana, sin viento, con una primera parte de camino ya realizado, hace que nos recreemos en el almuerzo más o menos contundente que cada cual ha echado al morral. Al poco, el suelo irregular de la media ladera en la que nos encontramos hace su primera faena del día… y Rosa tras un elegante movimiento termina magullada con la rodilla en el suelo. ¡¡Y eso que todavía no había dado tiempo de dar cuenta de la media docena de botellas de vino que iban saliendo en procesión de las mochilas en las que se escondían!! Todos caldos de la comarca, eso sí, como los de Jesús de Morcuera que dice que este año no ha hecho vino porque todavía había que dar cuenta de las existencias del año pasado, los de Tomás traídos de sus tierras de Olmillos, los del tanchen, el barberillo, el perules, y hasta el tinto de viña vaina.

Ya se sabe que los placeres acostumbran a ser efímeros, así que tenemos que levantarnos y continuar por los sube y baja de la jornada, atravesando el Pedro tantas veces como resultan necesarias. En una de estas divisamos perfectamente a lontananza cinco corzos que nos observan, se mueven, se paran para estudiar nuestras intenciones… al final deciden desaparecer por el siguiente montículo.

Antes de adentrarnos en el monte, donde nos recibe otro par de corzos, y alguna que otra perdiz alza su vuelo, hemos tenido otro par de culetazos, quien sabe si fruto del ritmo impuesto por nuestro guía, si por las lomas que ha causado el Pedro, o si ha sido simplemente el entusiasmo generado por el morapio del almuerzo. Lo importante es que nada grave se ha derivado de estos percances.

Alberto, con su gran conocimiento de la semántica, al mismo tiempo que nos azuza la marcha, nos explica con meridiana claridad la diferencia entre Desgracia y Catástrofe: Si te encuentras con tu pareja a bordo de un velero o a la orilla rocosa del mar, y una mala ola se la lleva… ¿existe mayor Desgracia?... pero si al cabo de unas cuantas más embestidas la mar brava te la devuelve… ¿no eso es una verdadera Catástrofe?

Así que continuamos la marcha en busca del despoblado de Santui, Santuy o Santuid, que de todas estas formas se ha denominado el paraje donde, protegido por una de las laderas del Pedro y al pie de una fuente que brota natural, parece que antaño hubo un monasterio.

Confirmamos tanto el deterioro del lugar como la todavía existencia de restos de los frutales que debió tener en su día en abundancia. No hemos encontrado, sin embargo, la prueba de la plantación de marihuana, que se comenta por la zona y que ha dado cierta popularidad a este curioso rincón comarcal.

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Y ya con esta imagen de Santui atacamos el último tramo de la jornada hasta llegar a Piquera. Allí nos espera la cerveza reparadora del bar social donde degustaremos el tradicional plato sanbures: huevos con chorizo, extraordinariamente preparados por nuestro equipo de cocina bajo la dirección de Pili y Elvira.

Y por si ello fuera poco hoy, Anibal, que celebra su reciente jubilación laboral no sólo promete acudir a las citas sanbures, ahora que sus obligaciones ya se lo permiten, sino que nos sorprende con unos bombones para deleitarnos este singular acontecimiento.

Durante la degustación, algunos añoran ya la ducha que les espera al llegar a casa que alivie las magulladuras ocasionadas, otros más afortunados sueñan hasta con un masaje reparador tras la jornada por el Pedro, incluso hay quien en su ensoñación no descarta un final… feliz.

Pero la felicidad de haber completado otra andanza senderista ya forma parte del recuerdo con el que regresamos al autobús y que nos devuelve a la realidad habitual.

Eduardo Bas.
26Nov2017

Y por último dos recordatorios:
  • el miércoles día de la Constitución, interesante ruta por el sur de la provincia, desde Arenillas a Barahona siguiendo el G.R.86. ¡Aún hay tiempo de apuntarse! Reserva tu plaza ingresando 10 € en concepto de “BRUJAS”, antes del martes 5 de diciembre, en nuestra cuenta de Caja España-Duero.
  • Y para todos aquellos interesados en federarse, hay plazo para hacerlo antes del día 15 de diciembre, simplemente ingresando la cantidad que corresponda a la modalidad elegida en nuestra habitual cuenta de caja España-Duero. Se ruega hacer el trámite lo antes posible para agilizar la gestión. También es de gran ayuda facilitar el nombre + tarjeta elegida + complementos en el concepto al hacer la transferencia (Ej: tu nombre + tarj B + BTT).
  • Las modalidades y precios de 2018 están en la web de la Federacion de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo de Castilla y León.