lunes, 22 de enero de 2018

Por los cañones del río Sequillo

A comer el bocadillo,
a la orilla del Sequillo.

Si el año pasado lo cerrábamos con el río Ucero, inauguramos ahora el curso senderista con el Sequillo. Ese otro río provincial que el que suscribe descubrió, literariamente, a través de un soriano singular; uno de esos sorianos, que haberlos haylos, y que de vez en cuando, la vida te premia poniéndotelos delante: Juan José Peracho Soria, “el Peracho”. Para más señas, “el Peracho de Rioseco de Soria”, con cabaña en Valdepolvos.

Todo un personaje Peracho: electricista-mecánico de profesión, aventurero, cartero, y asistente de Fernando Sánchez Dragó… juntaletras al que un infarto se le llevó no hace todavía ni un par de años. Vaya desde aquí mi entrañable recuerdo y mi lamento por no haber sido capaz de culminar, a su debido tiempo, nuestros proyectados encuentros. Sea como fuere, a los sanbures de hoy, que quieran aproximarse al personaje, no les queda otra opción que hacerlo a través de su obra: ‘Soria-Sáhara', 'Nitrato de Chile', 'Tuercebotas' y, su trabajo más conocido, 'Numancia. El año que no vinieron las golondrinas’, y que podremos comentar gustosamente en cualquiera de nuestras marchas rurales.

Pero volvamos al Sequillo, cuyas aguas justificaron el emplazamiento de una de las villas romanas de la provincia: Los Quintanares, en territorio arévaco, a media distancia entre Uxama y Numancia, no lejos de Voluce (Calatañazor). En ella se han hallado dos figuras muy a considerar: un mosaico con la diosa de la Abundancia o madre de la naturaleza, y una escultura del dios Saturno, el dios de la agricultura, al que estaban dedicadas las fiestas saturnales; esas fiestas que ya mencionamos en la última salida, que tanto costaron al cristianismo erradicar, y que se celebraban del 17 al 23 de diciembre por el fin del periodo más oscuro y que acababan el 25 de diciembre coincidiendo con la entrada del Sol (Invicto) en el solsticio de invierno. Lástima que hoy no podamos acercarnos a Los Quintanares.

Amanecemos en un día de invierno oscuro, de niebla densa y alta. Somos una veintena los que nos juntamos en la parada de autobuses, quienes tras los saludos pertinentes embarcamos para recoger a la otra decena de sanbures en El Burgo. De aquí partimos a Lodares de Osma, origen de nuestra caminata de hoy. El viaje se nos pasa en un suspiro.

Y desde Lodares, y sin casi darnos cuenta, nos encontramos con el dilema de cómo y por dónde atravesar el río Sequillo. Nos vemos obligados a retroceder parte de la marcha realizada y es cuando nos encontramos un tablón mal puesto que parece indicar que por ahí se ha pasado alguna vez el río. Hay que decir, que a pesar del nombre y de que el Sequillo, efectivamente, baja seco gran parte del año, hoy viene hermoso y con un caudal nada despreciable, por lo que un resbalón a estas tempranas horas en las que la niebla todavía no ha levantado puede arruinar el día al que tenga la mala fortuna de probar sus aguas.

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Pero la destreza y el prestigio de los pontoneros de SanBur quedarían muy en entredicho si después de haber cruzado las aguas del Duero, naufragásemos en las del Sequillo. Así que, tras aplicar sus mejores técnicas, y con tan sólo un par de pies un poco húmedos, conseguimos atravesar todos el Sequillo sin mayores incidentes.

Y mientras marchamos por la margen derecha, se nos cruza un zorro y también se nos aparece un corzo, quien nos guía al cañón de la jornada, colocándonos, casi sin darnos cuenta, en un rincón de belleza espectacular, solo comparable a la que deja, más al norte, el río Lobos. Un farallón mesetario, coronado de buitres, a cuyos pies se extiende una amplia vega del mar castellano, con molino -y otras edificaciones en peor estado- incluido. Recodo, escondrijo provincial desconocido para muchos, y digno de visita más reposada.

Lamentablemente, el cañón de hoy es corto y pronto se nos acaba. Así, que para paliar el mal sabor de boca y antes de abandonarlo, decidimos que es momento y lugar para sacar las viandas y los caldos de las mochilas. La niebla hace rato que levantó y dejó un día despejado, limpio, y al socaire del cañón nos sitúa protegidos del aire invernal, que, aunque liviano, es fresco y puñetero; bueno para la cura de chorizos y perniles, en este día que el Virrey comienza la Matanzas, y Radio Nacional aprovecha para emitir su programa con esta excusa.

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Tras el reposo salimos del Cañón, y ¡zas! levantamos una liebre, que provoca los lamentos de algunos por no tener a mano la escopeta, o el regocijo de otros imaginando el disfrute del espectáculo con galgos acorralando a la pieza. Sea como fuere, la carrera de la liebre, en terreno llano, perdiéndose por el horizonte, es en sí todo un privilegio.

Con esta imagen en la retina llegamos a La Olmeda. Alguno, quizás, no sabe que este pueblo fue la sede donde se gobernaba el fuero de Las tres Casas de la Olmeda: San Esteban, Osma y Gormaz;. Este fuero que alguno dice que proviene de la época de Fernán González, parece tener su origen en la expresión “echar el muerto a otro”. Hay que decir que en el medievo la aparición de un cadáver con signos de violencia en un determinado territorio, obligaba a identificar al autor o a pagar una multa. Por lo que, quien se encontraba en esta tesitura intentaba trasladar el cadáver al pueblo vecino y así librarse del pago. Lo cierto es que la Junta de las Tres Casas, con sede en La Olmeda, sirvió para pacer (explotar los pastos), yacer (circular y residir libremente) y regular la vida de estos territorios de forma mancomunada, principalmente estableciendo las pautas para la corta de madera, así como determinar la superficie que podía ser destinada al cereal o a la viña.

En estas andábamos cuando la mitad del grupo a punto estuvo de perderse en La Olmeda. Finalmente, se resolvió con el regreso de los que se habían despistado e ido hasta la gravera.

Así, con las atalayas del Lomero y de Uxama a la vista nos dirigimos hacia esta última, no sin antes comentar las prospecciones petrolíferas llevadas a cabo en El Lomero, allá por los años 50 del pasado siglo, unos años antes de las que se hicieran en Alcozar.

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El caso es que acometemos la subida a Uxama por el lado sur, de pendiente exigente, hasta llegar a los aljibes, afortunadamente abiertos, y cuya visita nos transporta, una vez más al poderío romano que nos obliga a reflexionar acerca de la grandeza de dicha civilización. Visitamos también el foro, el templo, incluso el símbolo fálico de la Casa de los Plintos, símbolo protector y garante de la fertilidad y prosperidad para los habitantes de la casa.

Y con el recuerdo de Quinto Sertorio, que cayó a manos de Pompeyo, quien destruyó Uxama, nos acercamos a completar la visita del acueducto que ya viésemos en la última salida a Ucero. Y efectivamente, si allí pudimos disfrutar del tramo inicial de dicho acueducto en la Cueva de la Zorra, aquí vemos, igualmente en un estado extraordinario de conservación el tramo final de este pionero sistema de canalización.

Pero ni Roma ni la cultura, ni sus antecedentes celtibéricos, calman las andorgas de los caminantes, y damos por bien concluido el paseo matutino dirigiéndonos a las cocinas de Goyo, quien nos deleita, en la estación de servicio de Buquerín, con unas alubias y un codillo o carrillera dignos de un restaurante con estrella Michelín.

Mañana completa, paseo sensacional por inusual y bello, rematado con una comida espléndida.

Lástima que no hubiese tiempo de sobremesas, ya que toca volver a pie hasta San Esteban, por Alcubilla del Marqués, trayecto que hacemos, tras despedirnos de los compañeros de El Burgo, en animada charla. Ya concluimos otro día, otra salida social que deja un grato poso y ganas de volver pronto al Sequillo.

Eduardo Bas
22Ene2018

En breve: 30 caminantes sanbures recorrimos 26 km junto al río Sequillo desde Lodares de Osma (salida a las 09:00h) hasta La Olmeda, visitamos después el yacimiento de Uxama (12:15h) y comimos (13:30h) en el area de servicio/restaurante Buquerín, de allí (15:30h) vuelta respectivamente a San Esteban y El Burgo de Osma.

2 comentarios :

  1. Qué descripción tan bonita y agradable de leer. Gracias por dejarnos estas palabras para recordar.

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  2. ¡Que suerte tenemos con nuestros socios... contamos con "grandes relatos" de nuestras aventuras y espectaculares fotos de las mismas. Se regocija la mente, es espíritu y la vista!!! El resto de los sentidos ya se han recreado con la ejecución de la ruta. Un saludo y hasta la próxima.

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