miércoles, 13 de mayo de 2015

Excursión de SanBur “CERCO AL ALFOZ: SOTO-ALDEA-PEÑALBA-SAN ESTEBAN”

Un relato de Eduardo Bas.
La del alba sería cuando los de SanBur salieron de San Esteban tan contentos, tan gallardos, tan alborozados…

Es harto probable que no sepas que el día 9 de Mayo hay quien celebra el día de San Gregorio. No es de extrañar, pues dispone el santoral, nada más y nada menos, que de 4 san Gregorios Papas, 6 san Gregorios obispos, otro más cardenal, y un abad que lo fue del Monasterio de San Cosme y San Damián en Roma, y que posteriormente estuvo en España, en Navarra para más señas. A este último, conocido como san Gregorio Ostiense, para distinguirlo de los otros san Gregorios, nos referimos hoy, ya que falleció el 9 de Mayo de 1044, no sin antes haber sido nombrado Obispo de Ostia. Se le veneró, sobre todo, por su supuesto don divino por el que alejaba las plagas de los campos.

Estas y otras cosas podrás aprender si vas con los de SanBur de senderismo por la comarca.

La verdad es que habrá que convenir en la limitación de los poderes, naturales o sobrenaturales, de nuestro san Gregorio de hoy, pues algunos años después, lustros, incluso siglos, habrás podido conocer por ti mismo el temor de los agricultores por las plagas y los hongos dañinos para los cultivos.

Y si hubieses venido con SanBur el pasado día 9 habrías podido comprobar que las gentes de nuestra tierra, seguidoras de aquello de que “a dios rogando y con el mazo dado”, por si las moscas, andaban sulfatando por Soto y por Aldea antes de ponerse a celebrar a san Gregorio en Peñalba. En mis días por Alemania aprendí que también allí eran partidarios de que “mejor labrar y abonar que rezar y cantar”, aunque está claro que a los teutones les falta cintura para poder hacer las dos cosas; con lo bien que se nos da por aquí!

Bueno, vayamos ya con la excursión. Salimos una treintena de andarines modificando el plan inicial, pues se había conocido, de buena tinta, que los de la Salmonete irían a tocar a Peñalba. Y, claro, a los de San Esteban, que mesurados son, les parecía que las normas más elementales de cortesía les obligaban a acompañar a sus paisanos en sus danzas y canciones, así que lo de la llegada prevista a las 6 de la tarde, incluso la salida de regreso de Peñalba tras la comida corrían serio peligro.

Con esta advertencia, cruzamos el puente; un puente que parecía nuevo tras la poda de chopos que habían llevado a cabo recientemente. Y es que, a tenor de lo manifestado por alguno, es ahora, tras la limpia todavía incompleta, cuando el puente luce con mayor esplendor toda su longitud y grandeza.

En dirección a Soto, no sin dar un poco de rodeo, atravesamos las tierras del paraje de Prado del Rey, hasta llegar al Canal de Ínes o Canal de Olmillos; proyecto de mediados del siglo pasado, de 1953 exactamente, para procurar unos 2.300 litros/segundo de capacidad en cabecera para el riego, y que tras algo más de 26 kilómetros muere en Langa. Digo todo esto del canal por la importancia que tuvieron estos 26 kilómetros de hormigón en la vida de uno de nuestros más conspicuos miembros de SanBur, quien desde la casilla para el mantenimiento del canal por la que pasamos inició todas sus andaduras vitales. A la escuela andando hasta Aldea, bajar a Soto para ver al padre Duero, a la orilla del Pedro para escuchar Castilla, … no, definitivamente, la bonhomía no es casual, hay que procurarle las circunstancias adecuadas para poder desarrollarla. Alberto las tuvo y las tiene. Sabiduría también.

Bordeando el río Perico, que todavía baja pletórico, y dejando atrás el molino que tuvo en la carretera llegamos por La Regadera hasta Soto; otrora vergel de olmos y de moras, lugar que tuvo andarivel y más tarde barquero. No habrá muchos pueblos que puedan presumir de tener barquero en Castilla. Así que nos paramos para reposarlo, tomar un refrigerio, y coger energías.

Tras la parada reiniciamos la marcha, pero en la salida de Soto, allá por las bodegas, perdemos algunos componentes del grupo. Se habrán quedado a platicar con los que estuvieran haciendo alguna faena propia del lugar en que se encuentran, y a los que no les viene nada mal hacer una parada en la tarea para practicar el noble arte del chascarrillo: pues anda que ya tenéis ganas de ir andando a Peñalba con el calor que hace… y con lo bien que te viene que haya pasado por aquí para pegar la hebra un rato… anda, venga, toma un trago… trae aquí…

La importancia del asunto requiere, poco después, reagrupamiento. Vamos bien de tiempo y no es cuestión de llegar demasiado pronto a Peñalba, así que tras una pequeña y democrática deliberación decidimos subir a La Torre, la Torre de Dª Urraca. Allí, a 983 metros, donde ahora hay todo un enjambre de antenas para comunicaciones y televisión, se sospecha que estuvo la torre que acogió a las hijas del Cid tras afrenta de Corpes, fue por tanto allí donde se supone que curaron las heridas de la violación, que se suele referirse como ultraje, que suena mejor. Al menos eso dice el Poema.

A las aguas del Duero ellos arribados son.
En la torre de doña Urraca él las dejó.

Hay que decir que en Covarrubias, no excesivamente lejos de aquí, hay un torreón, que parece que fue mandado construir por Fernán González, y que llaman indistintamente de Fernán González o de Doña Urraca. Sea como fuere, Doña Urraca es personaje histórico que merece mucho más detenimiento y atención de la que se le ha dado, pues siendo hija de Alfonso VI, quien tuvo 5 esposas legales y una pléyade de amantes, resulta origen o punto de partida de muchos de los males que acontecen a nuestra España.

Si salvamos las antenas y nos acercamos al sur del cerro, y a pesar de que no queda el más mínimo vestigio que permita hacer intuir que allí hubo torre alguna, el paisaje se vuelve, una vez más, enorme, imponente. San Esteban, la Atalaya de Quintanilla, Aldea, Peñalba, Las Comarcas, Soto, Velilla, los paisajes, casi lunares, que esconden a Miño,… una vista que merece la pena repetir y que se completa adivinando al fondo las montañas de Hinodejo, Cebollera, Urbión…

Pero a estas alturas del día primaveral comienza a calentar y decidimos volver sobre nuestros pasos, y hacer un poco de campo a través para llegar a Aldea por entre los campos florecientes vestidos de un verde intenso, donde nos abren el bar para, generosos, darnos una cerveza reparadora.

Desde Aldea, por la margen izquierda del Pedro, llegamos enseguida a Peñalba. En el camino hemos podido ver algunos ejemplares de culebras o viborillas, unas vivas, otras muertas, que siempre dan que hablar y producen reacciones de lo más diversas. Y levantando la vista, las Tetas de la Reina siempre amamantando a Peñalba.

Llegamos a Peñalba finalmente antes que la Salmonete, así que hacemos parada en el bar del pueblo mientras damos tiempo a que salgan de misa. Música, canciones, algún que otro baile, y a las escuelas a por la paella que han estado preparando los amigos de Peñalba. No sé si os parecerá lo mismo que a mí, pero soy de la opinión que al aire libre todo sabe a gloria. Quizá tenga también algo que ver la buena armonía de la primavera.

Y tan buena, que, como era previsible, la cosa se va complicando con los cafés y con los orujos. Así que, mientras el grueso de la tropa degustan relajadamente licores, sobremesa y canciones, otro grupo más reducido, con distintos motivos y motivaciones, decidimos seguir el programa inicial de trabajo y regresar por el Turronero hasta San Esteban, adonde llegamos apenas pasadas las 6 de la tarde.

Otra tarde y otra jornada para el recuerdo, aunque esta vez se haya saldado sin foto de familia.

Eduardo Bas.
9May2015

1 comentario :