miércoles, 24 de febrero de 2016

PIS’16 (Prácticas Invernales SanBur 2016)

Madrugamos hoy para ir a las montañas distercias, más concretamente al sur de la sierra de la Demanda, donde en segunda fila y bajo la vigilancia del Pico de San Lorenzo (2.271m), como es bien conocido, se encuentran las sierras de Neila, Urbión y Cebollera, extendidas por el este con la sierra del Alba.

Previamente, la tarde anterior habíamos hecho el acopio pertinente de las viandas con que nos dotó Blas, y habíamos dejado preparados los pertrechos necesarios para las pruebas de estas PIS’16, que a los novatos que no habíamos estado en este lance con anterioridad se nos hacía ya una aventura en sí mismo: crampones, piolet, raquetas, casco, saco, esterilla,…

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Preparados para comenzar la aventura.

Para la andanza esta vez nos hemos inclinado por el punto de intersección de las líneas rectas que forman Vigo y Gerona, y Bilbao y Almeria. Ese lugar dominado por la sierra de Urbión, de curiosa etimología, que podría provenir de las repoblaciones en el siglo IX, y en particular de la que llevó a los vascones al norte de las sierras hacia las que nos dirigimos, y cuyo pico (2.229m) pretendemos alcanzar: el Pico de Urbión. Pico de las “Dos Aguas Buenas”, pues deja al Norte el río Najerilla que alimentará al Ebro, mientras que al sur da origen al padre Duero. Antaño tuvo al Norte turmódigos y berones, y al sur arévacos y pelendones; y hoy es vértice natural de separación de los territorios de Burgos, La Rioja y Soria.

Hacía allí nos lleva nuestra Blancanieves de hoy (Marta) a montañear a los sus siete enanitos (Vidal, Jesús, Agustín, Ángel, Diego, David y Eduardo) al grito de “Hi Ho!, Hi Ho!, al monte caminar…”.

Son las 7 de la mañana de un día que promete despejado y no del todo malo para las intenciones que llevamos. Así que una vez colocada la carga en los vehículos nos dirigimos a Covaleda, donde nos encontraremos con Rafa, quien tras dejarnos “el hacho” – instrumento habitual que por estas tierras de monte y pino silvestre han masculinizado, y que nos recuerda la corta de troncos que los del norte traspasaron a esta ladera sur de nuestra sierra de hoy-, nos recomienda dejar los coches en un punto determinado del camino o pista, que nos situará a poco más de un kilómetro del refugio de El Muchachón, donde pretendemos establecer nuestro campamento base.

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La dura subida al Muchachón.

Son 250 metros de duro desnivel que, con el cargamento que llevamos, con los mochilones individuales y el trineo de los útiles y provisiones, se nos hacen, a algunos más que a otros, trabajosos hasta el sofoco que roza en ocasiones el agotamiento; principiando así las PIS’16 con la incertidumbre de si podremos acabarlas.

Menos mal que una vez alcanzado el refugio y recuperado el resuello la cosa da un vuelco radical, máxime tras un pequeño tentempié. Limpiamos un poco la entrada de la nieve y hielo acumulados, y tras instalarnos todo lo cómodo que el refugio nos permite, compartido con los de las motos de nieve que andan por allí, nos lanzamos ya a nuestras prácticas invernales.

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Clase de orientación sin cachivaches digitales.

Doc, nuestro Sabio de los enanitos, comienza la clase de orientación en montaña, olvidando por ahora los instrumentos digitales, y nos muestra tan sólo mapa y brújula, para que Marta, sin más ayuda, nos lleve al Alto de las Tres Fuentes, que apenas dista un kilómetro en dirección este, pero que es trecho suficiente para poder perderse entre la masa de pinos que impide tomar referencia visual alguna. Así, que con ella al timón, navegamos por entre nieve más o menos blanda, que en algunas zonas se acumula abundantemente, de forma que algunos deciden ir con raquetas mientras que el resto parece ir más “cómodo” sin ellas. No obstante a todos nos toca ir sorteando pinos que obstruyen el paso y dificultan la orientación; sin embargo, la decisión de alcanzar el destino de las Tres Fuentes es firme, así que tras salir de la espesura e incorporarnos a una pista, al poco, efectivamente, aparece frente a nosotros el pequeño refugio de las Tres Fuentes junto a la torreta de vigilancia de incendios.

Desde allí contemplamos la bella estampa que el horizonte nos ofrece: la cercana sierra Cebollera; el majestuoso Mons Caius, el mágico Moncayo, con sus 2.314m. que lo convierten en el punto más alto de las provincias de Soria y Zaragoza entre las que se encuentra; el pico Frentes a las puertas de Soria; el Ocejón y el Pico del Lobo... ... y volvemos caminando tranquilamente por la pista, que haciendo un rodeo nos devolverá a El Muchachón, no sin antes encontrarnos no sólo con alguna moto de nieve, sino con la estampa más bucólica de trineos tirados por una jauría de perros bien avenidos.

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El Mons Caius o Moncayo desde el alto de las Tres Fuentes.

Y tras el paseo de un par de kilómetros, arrancamos de nuevo por la pista marcada como GR86 en dirección norte, y nos asomamos al mirador hacia la Laguna del Hornillo, cubierta de hielo y nieve, donde aprovechamos la ladera en fuerte pendiente para practicar con el piolet la auto_detención, siguiendo de nuevo las indicaciones de nuestro Capitán. Al rato regresamos a la guarida para comer con Rafa y la gente de Protección Civil y la Asociación Moto-Nieve Urbión, entre los que tropezamos por azar con un sanestebeño consorte con el que pegamos hebra. Y claro casi liquidamos los líquidos elementos con los que contábamos.

Acabado el condumio, un poco de teoría de cabuyería para conocer los nudos básicos, como el sencillo y útil nudo de alondra y sus variaciones: el nudo dinámico y el ballestrinque, así como el nudo del ocho o el de cinta plana. Y nos vamos con Rafa y su equipo a por uno de los platos fuertes de las prácticas: el salvamento y socorrismo en montaña, incluyendo inmovilizaciones con collarín y férulas diversas, utilización de camillas de palas y colchón de vacío, e inmovilización en camilla transporte, para lo que Freddy y Agustín se ofrecieron como conejillos de indias de estos ejercicios.

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Tranquilo Fredy, todo va a salir bien.

Vuelta al campamento base y tras la foto para el recuerdo con los de Protección Civil, a quienes agradecemos la atención dispensada, comienza la preparación para el plato principal de la aventura: la subida nocturna al Urbión.

Salimos poco antes del anochecer, de forma que la anochecida nos pilla al comienzo del camino, con la luna ya elevándose por el este y el sol medio oculto por el horizonte y desapareciendo por segundos, bañándonos con sus últimos rayos de un anaranjado intenso. Sencillamente un crepúsculo espectacular.

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De noche todos los montañeros son pardos.

La subida al Urbión, ya con la noche de compañera, con la luna iluminándonos el camino, cual espejito mágico del cuento de Blancanieves, y las potentes sombras de nuestros cuerpos sobre la cuerda que nos conduce a la cima, entre nieve dura que pocas veces llegaba a ser hielo, y las calvas o senderos con la nieve ya derretida; con una temperatura extraordinaria para la época en que estamos y sin apenas viento… es experiencia que sólo se puede vivir y sentir en plena fusión con la naturaleza y con la vida, desde el silencio de la noche, desde la compañía de los colegas que van por delante, por detrás, o la par; desde la contemplación de las luces perfectamente visibles de casi una veintena de pueblos que tratamos de identificar… y a llenarse de paz interior y con los demás bajo un cielo totalmente limpio, estrellado… prodigioso cuadro que nos lleva en volandas hasta alcanzar la cumbre de Urbión tras hora y media de subida, donde ahora sí se deja sentir un céfiro frío que nos recuerda que debemos salir del ensimismamiento de la escena y nos devuelve a la realidad para iniciar el camino de regreso.

El descenso desde la cima es un poco más peligroso pues la nieve se ha endurecido tras la bajada de la temperatura nocturna, pero la vuelta resulta igual de grandiosa, y a pesar de que las piernas ya no parezcan tan ligeras y aunque alguno comience a notar el peso de la larga jornada, la noche se experimenta como una perfecta simbiosis del hombre con la naturaleza, ahuyentando todo mal espíritu, y dejándose acariciar por la oscuridad que proporciona una armonía y quietud, que la luna con su tenue resplandor transforma en concordia y conciliación, de forma que será difícil borrar este viaje iniciático de Blancanieves y los siete enanitos hasta el Urbión. ¡Han sido casi tres horas y media y algo más de 10 kilómetros de puro goce montañero!

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Objetivo conseguido. Hemos coronado (una vez más) el Urbión.

Llegados al campamento base con la satisfacción de haber completado un hermoso día resta dar alimento al cuerpo, así que enseguida Jesús se pone a la tarea de prepararnos un caldo extraordinario mientras Diego nos hace unas patatas asadas a lumbre que nos recuerdan la infancia. Son momentos ya de relajo fraternal, de afectuosa camaradería, y que, como no podía ser de otro modo, acaban, después de dar cumplida cuenta de las diversas viandas, con los espirituosos traídos para la ocasión (que no iban a quedarse indemnes con lo que nos había costado subirlos hasta el refugio!).

Son las 2 de la madrugada y toca sacar fuera las mesas que nos permitan adecentar el suelo donde depositar nuestros cuerpos, y como toca dormir, Vidal y Eduardo se lo toman en serio y se predisponen a ello, emitiendo unas notas musicales inspiradas por Morfeo para apaciguar a los dioses que algunos llaman ronquidos, y ante las cuales nuestro secretario pone orden para que los recostados procuren el reposo que las circunstancias les permitan.

Algunas salidas al relente para vaciar vejigas y algunos troncos para alimentar la chimenea completan el silencio y los sueños de los ocho sanbureños, que a eso de casi las nueve de la mañana tocan diana.

En el desayuno constatamos que la mitad más lejana de la chimenea, seguramente por el efecto del sentido de apertura de la puerta, han pasado más frío que la otra mitad del equipo. Cosas del azar y del defectuoso tiro de la segunda chimenea que nos obligó a apagarla, mientras la primera tragaba leños cual locomotora a vapor forzándonos a alimentarla continuamente; aunque después de todo, quizá fuese que los afectados no se dotaron anoche de suficiente Ruavieja.

La noche además transcurrió tratando de discernir el jodido componente que los de Covaleda habían echado al cemento, pues no hubo esterilla capaz de amortiguar su dureza. Algo más de suerte tuvieron los que habían optado por las esterillas o colchonetas hinchables.

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Maese Agustín nos da un master de como rapelar.

Sea como fuere desgraciadamente ya no hay remedio, así que un buen desayuno para olvidar las penurias de la noche y a gastar la mañana practicando rapel y desplazamiento en cordadas, de manos del profesor Agustín y su pericia acompañada de sus didácticas explicaciones. Debido a la escasez de nieve probamos el anclaje con piolet y el improvisado con bolsa de nieve compactada, que es el que finalmente usamos, pero la blandura de la nieve nos impide practicar el anclaje en seta de nieve. Tras rapelar, montamos dos cordadas mientras practicamos el progreso con crampones y piolet, hasta descender a la cubierta Laguna del Hornillo, que atravesamos encordados antes de volver a ascender hacia el fin de la actividad.

Toca pues volver al refugio para recoger todos los cachivaches, ordenar el aposento, y con pena despedirnos de este ocasional chalecito de El Muchachón en el que ha imperado la confraternización y la concordia.

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Foto de despedida de nuestra aventura.

Iniciamos pues el camino hacia a los coches; ahora mucho más llevadero, no sólo por cambiar del ascenso al descenso, que ya se nota, sino también porque el avituallamiento que subimos ayer ha sido consumido por las pistas, sendas y veredas de esta sierra de Urbión, la de las Dos Aguas Buenas, con entusiasmo y contento por estos ocho personajes del cuento invernal sanburgués.

Rematamos la experiencia a eso de las tres de la tarde en Covaleda, con la acostumbrada ronda de cervezas que finalizó en el bar Las Vegas, donde nos tenían preparadas unas exquisitas raciones. A continuación, con algo de pereza pero sin demorarnos demasiado, iniciamos el retorno hacia nuestro San Esteban de origen al ritmo de nuestra cancioncilla infantil del cuento de Blancanieves…

… lástima que terminó el festival de hoy… pronto volveremos con… las PIS’17, con las que ya empezamos a fantasear si Neila, si Urbión…

… pero mientras tanto siempre llevaremos con nosotros esa luna llena de febrero del 16, difícilmente repetible, que un día inolvidable nos subió al Urbión.

David Alonso y Eduardo Bas
Febrero 2016

Perfíles y datos de la ruta

Aproximación al refugio del Muchachón y prácticas matutinas. Inicio 10h 14min, fin 14h 34min.

Subida nocturna al pico Urbión. Inicio 18h 44min, fin 22h 06min.

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