domingo, 26 de febrero de 2017

A Peñalba, Bodegas Rudeles y Piquera... por Peñas Rodadas

“Con pan y vino se anda el camino”

Esta vez sí. Esta vez mis condiscípulos lo han clavado: “Con pan y vino se anda el camino”. Así viene siendo desde la edad media, también por estas tierras que pisaremos hoy; o mejor dicho, especialmente en estas tierras por las que andaremos hoy.

¿Qué decir del pan, en estos campos que tanto saben de cereal? Veamos.

Porque ha habido épocas en las que hay quien ha sufrido aquello de que “no hay peor afán que muchos hijos y poco pan”, porque muchas han sido las ocasiones a lo largo de nuestra historia en las que ha prevalecido lo de que “pan, pan, muchos lo toman, pero pocos lo dan”; y hasta puede que todavía esté pasando. Tampoco han faltado quienes han aprendido a fuerza de intentarlo que “al enhornar se tuerce el pan”. Incluso los que han deseado a alguno que “con su pan se lo coma”. Pero sobre todo vamos a recorrer parajes en los que desde tiempos inmemoriales se ha considerado que “al buen hambre, no hay pan duro”, aunque también hemos tenido románticos de los que “contigo, pan y cebolla”.

Hoy, sin embargo, hay que recordar que “ni mesa sin pan, ni ejército sin capitán” y precisamente por eso SanBur cuenta con el suyo, con el gran capitán que nos organiza estas salidas que acostumbran a concluir en el destino deseado, aunque en ocasiones no están exentas de mayores o menores contratiempos, que a la postre sirven para dar color a las jornadas sociales de SanBur.

Y en cuanto al vino… ¿Hay que recordar que la denominación de origen Ribera del Duero empieza en Soria y no en Burgos por el empeño de uno de Aldea, Manuel Del Hoyo, allá por 1.981 o alrededores?... Pero es que además el vino por estos parajes siempre ha servido, entre otras cosas, para soltar la lengua: “a mala cama, colchón de vino… el vino abre el camino… el vino alegra el ojo, limpia el diente, y sana el vientre… el vino en jarro, cura el catarro… vino añejo, leche para el viejo... mala es la llaga que el vino no sana..."

También estamos seguros que Rudeles, con esta jornada, será el responsable de que grabemos en la memoria que “el buen vino resucita al peregrino”.

Y ¿qué pasa si juntamos el pan y el vino?… Pues ya, el acabose:

  • “Pan con hartura, vino con mesura”
  • “Pan candeal y vino tintillo ponen al hombre gordillo”
  • “Vino añejo y pan tierno, y a pasar el invierno”
  • “Pan y uvas, a las mozas pone mudas, y a las viejas quita arrugas”

Así no es de extrañar que sea precisamente hoy, debido al título sugerente elegido, el día que ha concentrado mayor número de sanbures, pasando esta vez de la cincuentena. Una larga fila de caminantes que bien pudiera ser un ejército que fuese a tomar a peñalbinos y piquereños; que no se asuste nadie, que en esta ocasión vamos en pacífica misión.

A la salida de San Esteban podemos observar, desde el puente, los avances de las obras de reparación y adecentamiento del sotillo. Al pasar uno no puede evitar una sensación de cierto desamparo por la limpia llevada a cabo; confiamos recupere un mejor aspecto cuando esté plenamente finalizada. De momento nos hace visible parte de la infraestructura del puente hasta ahora desconocida.

Y ahora ya nos disponemos para la ascensión, nada exigente, del Turronero, donde hacemos la primera parada de la jornada. Recordamos el Picotillo que tenemos al lado, lugar al que –según nos cuenta Alberto- subían antaño los de Aldea a celebrar el jueves Lardero, con su ración de chorizo y huevo. Eran épocas -nos añade- en la que las costumbres hacían ir a los chicos al Picotillo, mientras las chicas optaban por quedarse, a la salida de Aldea, en ese otro cerrete, más cercano a la población, que se conoce como el Pico Tocaina.

Estamos en un lugar, entre el Turronero y el Picotillo, en el que bien pudiera haber habido algún asentamiento celtibérico. Pues cuentan, que no hace muchos años, algún maestro de Aldea aprovechaba los jueves por la tarde para sacar a los chicos de la escuela y llevarlos por los alrededores; y que no fueron pocas las veces que se acercaron hasta estos parajes de los que sacaron restos de cerámica que luego dejaban en la escuela. La prueba de piedras, claramente trabajadas por la mano del hombre, pudieran ser muy posteriores por lo bien labradas que se encuentran, pero siguen allí a la vista de quien quiera contemplarlo.

Continuamos camino hacia Peñalba ya que hoy, con el conocimiento del buen almuerzo que nos espera, la paciencia mengua y se nos hace más frágil.

Al paso por los restos de los corrales, que no hace tanto tiempo estaban en uso y ahora ya prácticamente derruidos, asustamos a un corzo que, presto, sube hacia Las Comarcas para defenderse mejor de nuestra presencia.

Y llegamos a Peñalba. Tras breve visita a la iglesia abierta, y en la que esperaba el cura a dar la misa de 11, nos recogen los amigos de Rudeles al grito de “vamos, que se comen los gatos el almuerzo”. Efectivamente, recibimiento espectacular a base de pan, chorizo y queso, todo ello regado con los vinos roble y “crianza”, seguidos por un blanco extraordinario que no desmerece a los anteriores.

Pero antes de empezar toca la foto de familia SanBur. El ala burgense de la asociación presenta su bandera en perfecto estado de revista en contraposición al trapo arrugado de los sanestebeños. ¡¡¡Hay que enmendarse!!! ¡Ya tenemos tarea pendiente para la próxima!

2017-02-19_11-01-20_SanBur-SanEsteban-Pennalba-Piquera

Habrá que empezar a beber para olvidar este pequeño episodio, y mientras almorzamos, nos enteramos del porqué del nombre de RUDELES que no es otro que el fruto de la unión de los apellidos de 3 familias con origen en Peñalba, aunque alguno esté en Madrid: Rupérez, Del Hoyo y Espinel.

Hicieron esta asociación para intentar sacar provecho de viñas viejas repartidas por todo el término de Peñalba, sin otra pretensión que lograr un producto digno y de calidad, que seguramente, por su propia concepción y naturaleza, no pueda ser competidor de muchos otros caldos de la Ribera. ¡Y vive Dios que lo han conseguido! Se trata de explotar unas 60 parcelas de tempranillo, garnacha y albillo, para mayor “comodidad” muchas veces coexistiendo en la misma parcela y obligando así a vendimiar hasta tres veces la misma finca, debido a las distintas maduraciones de cada variedad.

Esta es la razón por la que la mayoría de su producción, que ya alcanza los 50/60 mil litros, salga fuera de España, y de que no tengan oficialmente un crianza, a la usanza de las autoridades del consejo regulador, y lo cambien por un vino con 14 meses en barrica que bien pudiera ser néctar de los dioses del olimpo.

No nos queremos imaginar su tope de gama, ese vino del cerro del Cuberillo, que dicen que por su situación produce un vino, 100% tempranillo, sencillamente excelente, de cepas con más 100 años. Habrá que dejarlo para cuando haya un verdadero motivo celebración.

Tras el almuerzo pasamos a visitar la bodega, donde aprendemos que la denominación Ribera del Duero obliga a producir vinos con un 75% de tempranillo y el resto a elegir entre algunas otras variedades, siendo la garnacha la elegida por Rudeles. También nos enteramos que para que se efectúe la primera fermentación, la alcohólica, que convierte los azúcares en alcohol, con su debido tiempo, es necesario enfríar el proceso refrigerando por agua los depósitos, mientras que durante la segunda fermentación, la maloláctica -que transforma el ácido málico en ácido láctico-, en vez de enfriar deben calentarlo.

Estas y otras cosas interesantes del mundo del vino te enseñarán si te acercas hasta Peñalba y gozas, como nosotros, de una visita completa, generosa, y de la que uno se lleva la sensación del cariño, empeño y dedicación con que los de Rudeles elaboran estos caldos, de los que nos llevamos en el cuerpo una buena muestra. Gracias Rudeles! Tenemos que seguir nuestra marcha, pero algún otro día regresaremos más despacio.

Así que con este buen sabor de boca salimos de Peñalba, dejando la plantación de encina trufera a la izquierda, y contemplando de frente las Tetas de la Reina, también conocidas por Los Magazos, a las que alguno le gustaría subir a rememorar este otro punto de encuentro, que era el utilizado por los de Peñalba el Jueves Lardero para su bocadillo de tortilla de chorizo.

Antes de entrar en Cuaresma,
como es costumbre en el pueblo,
todos los que a Escuela van
desde el mayor al pequeño
no hay chico que no celebre
tarde de Jueves Lardero.

Divididos en cuadrillas,
según edades y tiempos,
van recorriendo las calles
con cánticos lastimeros
que invitan a los ayunos,
a penitencias y a duelos
de la carne, exhortando
al veraz desprendimiento
para que el alma, sin trabas
de la materia del cuerpo,
purgada del mal pecado
que ya no estorbe a lo bueno
pueda a lo alto subir
gozosa en su raudo vuelo.
Lo cantan en cada casa
haciendo pausa en los versos
con música desprendida
del cantoral de un salterio;
y porque hay que atenderles
y dar a sus cantos premio,
las amas de aquellas casas
van entregando unos céntimos
en las manos de los chicos
o pan, o chorizo, o huevo,
fruto de "las cuarentenas"
cantadas en todo el pueblo.

Con lo que llevan sacado
en especie o en dinero
hacen su buena merienda.

Con alegría y contento,
porque vacación cumplida
ha dado el señor maestro,
unos bajan a las eras
detrás del molino viejo,
otros suben pecho arriba
al monte de los enebros,
otros van hacia la fuente
abajo de Valdespeso
junto al plantío de chopos.

Los otros, los más pequeños,
quedaron bajo la olma
donde se sienta el tío Cleto
que fué contando a los chicos
aquellos jueves larderos
de hace ya setenta años
cuando él era el primero
en saberse de la escuela
sumandos y dividendos,
las láminas de la historia,
el mapa del universo,
las cuentas; y el catecismo
de pe a pa todo entero.

Cantadas "las cuarentenas"
por los chicos de este pueblo,
repartidos en cuadrillas
con alegría y contento
todos ellos celebraron
tarde de Jueves Lardero.

A partir de aquí, por el camino que se dirige a Fuentecambrón, y con una muy bonita pero constante subida, no excesivamente exigente, pero si lo suficiente para sudar un poco la camiseta, hasta desviarnos poco después de sobrepasar otro encinar trufero para dirigirnos hacia el alto, de más de 1.000m, el cual alberga las antenas de TV y comunicaciones, y desde el que se puede disfrutar de una de esas vistas castellanas que acostumbran a enamorarnos de estas tierras.

2016-02-19_09_SeanEsteban-Pennalba-Piquera

Pero se nos ha ido un poco la hora, y es tiempo de bajar ya a Piquera a por esa paella que nos espera. Tras varios conatos de bajada, al final con un poco de rodeo, encontramos una zona por la que descender, no sin cierta dificultad, y en la que sorprendemos un muy buen ejemplar de jabalí, al que poco después acompañarán otros dos. Al rato damos con un cauce de agua, afortunadamente seco, por el que, aprovechando su trabajo y tras unos cuantos requiebros, alcanzamos la carretera.

Y sin llegar al objetivo inicial del monasterio de Santuy, alcanzamos a las dos y media, el destino de la jornada. Han sido unos 20 kilómetros de disfrute andarín, que bien se merecen una cerveza de las que ahora sirve en Piquera Alberto Cabeza, mientras esperamos el trabajo de Tonino y Fina, su mujer, con la paella, y, no sé si por el hambre acumulada, pero resultó toda una elaboración digna de elogio. Gracias!!!

Hubo también, antes de la paella, por aquello de que lo cortés no quita lo valiente, un emotivo recuerdo a los colegas de la asociación soriana de senderismo que iban hoy por la sierra de Cabrejas en memoria de un soriano singular, recientemente fallecido: Pepe Sanz, la voz de Soria, el juglar de Almarza, y vinculado por su esposa a nuestra comarca. Se trata de uno de esos personajes cercanos, entrañables, amantes de su tierra como pocos, siempre listo para las colaboraciones altruistas con las costumbres, las tradiciones, lo rural, y que destilaban bonhomía a su alrededor, con el que siempre resultó fácil compartir la amistad con Avelino Hernández.

Pepe, sabes que siempre tendremos un momento para brindar contigo desde donde estés, y que lo haremos por esta tierra y por estas gentes, que son las nuestras.

Unos licores espirituosos mientras viene el autobús para devolvernos a San Esteban y acabar otra jornada recorriendo el alfoz; otra jornada espectacular; destacable por el día, el clima, las vistas, el almuerzo, la compañía, la paella, los de Peñalba, los de Rudeles, los de Piquera…

... hasta la próxima!!

Eduardo Bas.
19Feb2017

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